En la escuela se realiza una kermese preparada hace meses, para beneficio de la Cooperadora. Una de las que más coopera es Dora, celadora de una división, que multiplica sus esfuerzos para conseguir fondos, por supuesto. En su puesto, adornado de dorado ha puesto un poster: “De postre, rifo besos por diez pesos”.
Otra que se destaca en esta empresa es Teresa, la cocinera de Andalucía, que en su mesa se lucía, sin hacer bulla, con sus bollos y pizas con cebolla ( para las que ha cocinado ollas), buñuelos rellenos y pestiños para los niños.
Suenan pitos, cornetas y matracas, da vueltas la ruleta, la gente baila y se atraca, pero entre los puestos hay una corrida: se está acabando la comida, porque el panadero no ha traído harina. Buscan al panadero, pero nadie sabe su paradero. Alguno, en forma artera, dice que ha hecho migas con la portera. Por suerte, Carina halló una bolsa de harina en el subsuelo, y todos piden más buñuelos.
El puesto de Dora, que rifa besos , es todo un suceso; y, a esa hora, cuando la gente baila, está contenta , y todo es diversión, se produce un apagón: Teresa, la de Sevilla, tropieza con una silla y con la mesa; alguien la sorprende y la besa en la mejilla, ¡qué maravilla! En lo oscuro, el ósculo la ruboriza, pero como nadie la ha visto, se le pasa de prisa.
En medio del apagón, Dora recibe muchos besos, aunque sólo tiene diez pesos. De pronto, como por un sortilegio, todos se besan en el colegio. ¿Es un contagio , o , tal vez, un privilegio? Con alegría y espontaneidad, la gente se besa y abraza en la oscuridad; así pasan unos minutos como en la Grecia eterna, que es como una gracia eterna, y, de pronto, se prende una linterna.
-¿Se puede saber qué clase de clases dan en estas clases? –suena muy seria a la gente la voz del agente.
-En la última “clase” debió decir “aula”, agente –responde sin ambajes el maestro de lenguaje.
-¡Mejor que se comporten o los meto en la jaula!
-¡Agente, no sea maula! –gritaron todos a una, como en Fuenteovejuna- ¡Esta fiesta es de cooperación, no nos urgía una orgía. Nos invadió la alegría, la amistad, una dicha serena, como dice el coro de la Novena!
Y el agente, sacudido en su vena interna, apaga la linterna.
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Después se supo. La harina que trajo Carina para los buñuelos rellenos estaba contaminada con el cornezuelo del centeno, que produce la locura. ¡Lástima que una circunstancia tan pura y divina haya sido causada por una toxina!
Es algo que al corazón paraliza y la mente atemoriza. Ya lo dijo Gorostiza.
1 comentario:
Muy jocoso su cuento, se lo digo y no es cuento...
Para escribir de esa manera hay que tener fluidez de lenguaje y agilidad mental, lo cual es ponderable.
Felicitaciones!
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