jueves, 23 de abril de 2009

Una cuadra en falsa escuadra

Ya soy grande; me crié con los cuentos de Calleja, así que no me pidan que me calle lo que sé sobre esa calle, y aunque manden una cuadrilla hablaré sobre aquella cuadra de gente demente. Gente de mente cuadrada. Lo que sucedía en esa vereda era algo verecundo. Una acera estaba a contramano: allí vivían jugadores de fútbol, había un fabricante de calzado y varias zapaterías; un pedicuro y también negocios de ortopedia. No leían a Manucho Mugica ni seguían a Manu Ginobili ,y tampoco oian las canciones de Manu Chao.

Los de la vereda de enfrente estaban en la vereda de enfrente, iban a contrapelo. En esa acera había cera de las depiladoras y doble cero de los peluqueros; vivía un grupo de “skinheads” y algunos seguidores de la secta de Pelagio.

Algo separaba las aceras; claro, la calle, diran algunos, pero había algo mas que eso. El fabricante de zapatos difamaba a la depiladora, decía que gastar en depilación era una dilapidación; también aseveraban que el pedicuro y la manicura eran unos extremistas, pero bien que se juntaban por las noches. Los “skinheads “ se pelearon con los futbolistas, los insultos quedaron grabados y la cosas se agravaron, hasta que, de una a otra acera hubo una balacera. El peluquero huyo tambaleando,”¡Estan baleando!”, gritaba; el fabricante de calzado de medio punto fue a parar al medio de la calzada. El peluquero se salvo por un pelo y la manicura pudo escapar arañando.

Lo cierto es que la calle quedo desierta cuando, al cabo, todo se acabo. Ahora es una cuadra normal de mano única. El manquito Pancracio vive allí.

No hay comentarios.: