lunes, 6 de abril de 2009

Una Historia Alambicada

El colectivo, a marcha lenta, recaló en la colectora.

-Se ha descompuesto –dijo el colectivero muy compuesto- . Hagamos una colecta.

La plata recolectada por la recolectora en la colecta de la colectora fue donada a una colectividad de monjes recoletos, del barrio de la Recoleta.

El di-nero lo llevó un joven de negro, que puso entre los billetes un billete que decía: “Donación de plata juntada en forma anónima, distribuir según la nómina adjunta”.

Entre los recoletos se coló un chino con coleta que produjo un coletazo.

En la Orden todo era desorden pero los recoletos lo guardaban en su coleto. Leían novelas de Colette, las camas estaban revueltas, los textos litúrgicos, envueltos, y actuaban, además, con ademanes desenvueltos.

Esa donación causó una gran sorpresa, hasta para la sor presa.

La condición de la empresa, era expresa: “Para obras de bien público”.

-¡Ahora, con “vento”, podremos restaurar el convento para Adviento! –dijo un monje y otro respondió con voz pastosa:

-¡Basta de ideas alambicadas, mejor restauremos el alambique!

-No es por darme dique, pero creo que gana el alambique –le comentó al joven de negro el chino de coleta- Después de todo, las hierbas que hiervan en el matraz de allá atrás serán un bien para el público

Agradecidos por el agraz futuro y los monjitos, los monjes le obsequiaron un ejemplar de la ejemplar novela “La Gata” y una canasta que trajeron sobre los hombros, llena de cohombros.

-“¡Canastos, qué agarrados!” –pensó el joven mientras la agarraba-,”aunque, a mí, esto de los cohombros me importa un pepino…Los venderé y con engorro aumentaré mis ahorros”.

Pero había hecho escasa cuenta de la escasez de su cuenta.

-“El plan que tenía para lo ahorrado, se ha borrado, ni con la alcancía alcanza, qué locura”-soliloqueaba mientras guardaba “La Gata” en un estante- “No es tanto lo que yo deseo: sólo una pulsera de oro para la chica que adoro… ¡Y a gatas llego para un ágata!




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