lunes, 1 de octubre de 2007

Una cuestión de tiempo (parte 2)

-Estamos como cuando vinimos de España, Domínguez -exclama el inspector- Parece que el único dato que tenemos es el enigma de esas dos horas diferentes que marcó el viejo Cronos ante su inminente óbito, mi amigo.

-Pero, digo yo, inspector: si los relojes que tenía el viejo en la mano no funcionan ¿cómo sabe que él marcó esas horas esta madrugada? ¿No puede ser que hayan estado siempre en esa posición?

-¡Bravo, amigo! Eso también se me ocurrió, pero no sé si habrá observado que los relojes sin funcionamiento de la mayoría de los coleccionistas y museos están marcando las ocho y veintiún minutos. Es como un código; incluso, se usó esa hora durante mucho tiempo para los avisos comerciales.
Algunos dicen que marcan el momento de la muerte de Lincoln; yo le agregaría que le erraron por cuatro minutos para vaticinar el tránsito de Evita, pero no me quiero ir por las ramas; fíjese en la sala, todos los relojes que no funcionan están marcando esa hora; así que el Longines y el Vacheron fueron cambiados adrede por don Cronos. Seguro que quiso marcar una pista para señalar a su asesino.

-¡Que viejo rebuscado! -¡Podía haber escrito el nombre, y listo!

Sábato permanece pensativo unos instantes.

-¡Eso que ha dicho me suena como muy importante, sargento! -dice al cabo- y no se por qué...Tal vez no tenía nada para escribir ni fuerzas para levantarse en ese momento, y los relojes estaban a mano, sobre la mesa...

De pronto, el rostro del inspector se transforma. Se ilumina como si hubiera recibido una revelación divina o ganado la lotería. Al éxtasis del primer instante le sigue una exultante reacción.

-¡Usted es un genio, sargento! ¡Vamos, volando, no hay tiempo que perder!

Corre con agilidad inesperada hacia la puerta de calle. Parece enajenado.
Ya en el automóvil, lo conduce velozmente por 1a ciudad mientras repite como un autómata: -¡Usted es un genio, Domínguez, un genio!- y las preguntas del sargento sólo obtienen como respuesta un monólogo deshilvanado de su jefe.

-¿Que descubrió, inspector?

Vacheron y Longines! ¡Usted es un genio!

-Pero,-insiste el sargento, ¿adónde vamos?

-¡El Vacheron lo puso a las tres y el Longines a las dos menos diez!... ¡Esta clarísimo... Usted es un genio, sargento!

-Inspector, me parece que este es el camino para ir a la casa de Ledesma, ¿no es asi?

-¡Que genio, señor, que genio!

Las cubiertas chirrían al girar el automóvil en la esquina de la calle donde vive Ledesma y entonces el vértigo de Sábato le parece justificado a Domínguez: "Justo a tiempo" -pensó- pues en la puerta de su casa Victoriano Ledesma esta a punto de ascender a un taxi. Las gomas vuelven a herir el aire con otra violenta frenada. El inspector atraviesa su automóvil delante del taxi que arrancaba y lo obliga a detenerse bruscamente. El viaje que pensaba hacer Ledesma sólo ha recorrido unos centímetros.

-Lamento interrumpirle el viajecito, Ledesma, pero han ocurrido algunas novedades -exclama Sábato mientras abre la puerta trasera del taxi y se ubica al lado de Ledesma.

-Tenemos el informe de un testigo muy importante aparecido a último momento -continuó el inspector- que lo identifica a usted sin lugar a dudas como el autor de la muerte de Cronos Témpore, coleccionista de relojes... Así que lamento hacerle cambiar con urgencia el destino de su viaje por el de mi oficina, para tomarle declaración.

E1 semblante de Victoriano Ledesma palidece. Baja la cabeza y oculta el rostro con sus manos. Un profundo lamento se oye en el interior del taxi.

-¡No quise hacerlo, se lo juro! ¡Ese condenado tozudo de Cronos me sacó de mis casillas!

La toma de la declaración no lleva mucho tiempo. Victoriano Ledesma reconoce que había vuelto a la casa luego de que se retiraran todos, para seguir negociando la compra del Roskoff.

E1 viejo Cronos se empecinó en su negativa y la conversación fue subiendo de tono, hasta que llegaron a las manos. Cronos lo empujó y Ledesma trastabilló hasta un rincón de la sala; entonces vió la reproducción en escala del Calendario Azteca y en un impulso irrefrenable la tomó con intenciones de sacudirsela por la cabeza a Cronos, pero este lo abrazó con ímpetu y forcejearon. La piedra azteca pesaba unos cuantos kilos, y en el vaivén de la puja -los dos son de fuerte carácter- el calendario se escurrió de las manos en alto de Victoriano y golpeó de refilón en la cabeza de Cronos.

-¡Le juro,inspector, que cuando yo, asustado por la gravedad a la que había llegado nuestra discusión, escapé corriendo de la sala, Cronos solo estaba tambaleante, como mareado~ y se dirigía a su escritorio... ¡No creí haberlo matado, se lo aseguro, inspector!

-Si, claro, -responde Sábato con sorna, ladeando la comisura derecha de su boca.

El timbre del teléfono interrumpe la declaración. Sábato deja de tipiar el relato de Ledesma y atiende. La voz del forense suena clara y excitada durante unos minutos en el oido del policía.

-¡Caramba, Doc, podría habérmelo dicho antes de tomarle la declaración a Ledesma, que ya casi la tengo terminada!

E1 inspector cuelga el auricular y exclama:

Tenemos sorpresas, Ledesma; parece que usted es un tipo con buena suerte. Cronos Témpore no fue asesinado. La herida que le produjo con la piedra azteca no tenía consecuencias mortales, un raspón, bah. ¡Murió a causa de un infarto del miocardio que sufrió poco después de la pelea! Así que su situación ahora se convierte en un expediente con la carátula de "Lesiones leves en pelea", que es excarcelable. ¿Que tal?

Horas después, Sábato y Domínguez ya fuera de horario de servicio comparten unos chops con Ledesma. E1 sargento aún conserva en su rostro una expresión de asombro-incredulidad-expectativa-interrogación y fascinación por la forma en la que Sábato ha resuelto el caso.

-Usted me dio la pista para la solución, Domínguez. Se acuerda que, cuando comentábamos lo extraño de las dos horas que había marcado Cronos en los relojes, usted dijo "¡Que viejo más complicado, podría haber escrito el nombre del asesino!" Ahí me avivé.¡Fue justo lo que hizo!... La frase suya me abrió el entendimiento, por eso le decía que usted era un genio... ¿Recuerda que había marcado las dos menos diez y las tres? Pues, bien,¡no eran las horas lo que quería indicar, sino las iniciales del nombre y apellido del atacante,Victoriano Ledesma! Las dos menos diez es igual a una letra"V", y las tres es una "L"! Además, para asegurarse de que su mensaje seria interpretado, hizo referencias cruzadas: el cronómetro Vacheron, marca que empieza con "V", indicaba la letra "L", y el Longines, que comienza con "L", indica la"V". ¡Así que con las posibilidades a su alcance nos señalaba que Victoriano Ledesma era su heridor!

-Pero,inspector... ¿Cómo dedujo usted que el viejo Cronos me señalaba a mi? - interroga Victoriano Ledesma- Los relojes también podían indicar las iniciales de Luis Valenzuela o de Laureano Vazquez...

-Eso lo pensé largamente durante unos segundos; alguna razón debía haber. Me di cuenta que como el viejo Témpore era un maniático del tiempo, que viene a ser lo que está entre el antes y el después ~supuse que en esas dos horas-letras que el marco también había una clave para interpretar su orden, y resulto ser muy simple: ¡las dos menos diez viene antes que las tres, mis queridos amigos!

-Pero, ¡usted mintió cuando dijo en el taxi que había aparecido un testigo a último momento, que me involucraba, inspector! -exclama ofuscado Ledesma.

-No es así, Victoriano. ¡El testigo era el propio Cronos Témpore!

-Inspector -terció el sargento- ahora que se va a apuntar otro poroto en su legajo, no se olvide de mi. Yo le di la punta de la solución,y hace mucho tiempo que no me dan un aumento... ¿Que le parece si...?

-Mejor esperate un tiempito, Domínguez -dice Sábato antes de masticar la última papa frita .

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó mucho, un desenlace inesperado :)
Espero el próximo..!

Anónimo dijo...

profe! como esta!

soy martin minici,su antes alumno jaja

algun dia seguro me paso por estimulo de bellas artes de nuevo,
sigo dibujando,me gustaria ahora qe tengo 18 buscarme un trabajo relacionado con el dibujo, pero tengo qe saber bien como funciona eso, porqe antes de cualqier cosa hay qe patentar, noc bien como funciona, tengo qe averiguar


espero qe usted este bien, suerte!

Anónimo dijo...

Tito: te felicito como ya lo hiciera a lo largo de tantísimos años de compañerismo, amistad y admiración. un beso muy grande

María Teresa