lunes, 30 de junio de 2008

Ortodoncia, endodoncia y onomancia

Nada consuela al señor Brizuela de sus fracasos en los negocios. Es una larga secuela, comenzó vendiendo espuelas en Cañuelas, luego perdió un monte de ciruelas y tuvo que cerrar un almacén de suelas. Después se asoció con Ardiles para fabricar barriles. Brizuela proveería las duelas.

Alguien le comentó a su tía Manuela –mujer algo gorda y muy sorda que lo financiaba- que su sobrino andaba en negocios con barricas, parece que la señora esta palabra oyó mal y le retiró el capital.

Cuando se enteró, Brizuela, contrariado, pateó una duela, que le dio en las muelas; fue a ver a Tachuela, un amigo dentista, que también era ocultista, quien le dijo que lo suyo no ere cuestión de ortodoncia ni de endodoncia, sino de onomancia, que es la que estudia el destino de las personas según sus nombres.

-Su nombre es Brizuela, ¿ no? –dijo el odontólogo astrólogo- Sin duda –continuó el vidente- es evidente que ese apelativo ejerce una influencia negativa en su vida: fracasó con las espuelas, las ciruelas, las suelas, las duelas y ahora le tengo que sacar las muelas. Mejer dedíquese a otra cosa que no tenga afinidad con su nombre. Brizuela siguió el consejo de Tachuela y como tenía contactos con curtiembres y madereras por las suelas y las duelas, se dedicó a fabricar sillas. Las hizo de cabritilla con almohadillas; de esterilla con varillas todas de mucha calidad, nada de pacotilla, ¡un negocio de maravilla!. Pero, parece que alguno de la cuadrilla dejó caer una colilla, y una mañana al llegar a la fábrica descubrió que un incendio la hacía papilla.

Alcanzó a rescatar una silla y una mesa , pero, al emprendedor Brizuela tuvieron que sacarlo en parihuelas. Quedó con lo puesto y en zapatillas. Sentado en su única silla, estaba acodado en la mesa mesándose los cabellos, arruinado, meditando sobre la onomancía y su mala suerte con las sillas cuando, de pronto, recordó que su apellido materno era Mansilla. Las palabras del odontólogo confirmaban el destino destructivo que se originaba en sus nombres.

Desesperado, sin darse por derrotado, se instaló a la intemperie en una esquina a vender ballenitas. Un fuerte viento y el chaparrón que seguía le produjeron una pulmonía. A los pies de la cama del hospital, una planilla lo identifica con su nombre: Jonás Brizuela Mansilla.

1 comentario:

Anónimo dijo...

José Miguel, llego a través de la Peregrina. Veo que tu blog está naciendo, interesantes juegos literarios los que presentas, especialmente del de la vuelta al mundo en 80 palabras, muy bueno.

Si te interesan las minificciones, te dejo una invitación para que conozcas mi nueva página: www.minificciones.com.ar

saludos! y ya nos leeremos.

Delf{in