martes, 31 de julio de 2007

Mi vida con Roxy

- Sé que me queda poca vida. Podría decir que muy poca. Estoy sumamente delgado -consumido sería la palabra-, y falta poco para que me deslice definitivamente de la existencia, por eso ahora me animo a hacer esta íntima confesión de lo que fue mi vida al lado de Roxy, esa hermosísima mujer que me dejó así.

Sí, Roxy, la famosa vedette que todo el mundo conoce. Fui su íntimo por un tiempo, breve en el almanaque tal vez, aunque yo soy de los que creen que la intensidad que se sienta es más importante que la duración de los momentos que se vivan, así que no me quejo. Pero vayamos por partes.

Mi nombre es Alexis y cuando nos encontramos yo también tenía mucho prestigio y era muy conocido, sobre todo, en el ambiente que Roxy frecuentaba. No es por vanidad, pero debo decir que ella vino a mi. Sé que sus compañeras del teatro le habían mencionado mi nombre. Desde el vamos fue una relación fulminante. Claro, Roxy es muy impulsiva y puedo asegurarles que hizo conmigo lo que quiso. Al principio yo trataba de escaparme, pero no pude evitar el destino. En la primera noche, no más, nos entregamos por completo.

Fue una relación hermosa. Yo saltaba de felicidad; la recorría lentamente y luego de acariciar su rostro y su cuello me iba deslizando hacia sus pechos divinos y, poco a poco, fui penetrando en su cálida y húmeda intimidad. Se me entregó por completo. Ella se sentía exultante, daba grititos de alegría y me apretaba contra su cuerpo. Yo vivía esos momentos como la cúspide de mi existencia. El éxtasis fue mutuo. Vaporosas nubes nos envolvían. Todas las noches esperaba con ansias para repetir esos encuentros. La aguardaba a la salida del teatro y, de esta manera vivimos un tiempo que fue hermoso, hasta que comencé a notarla algo distanciada de mí.

Por supuesto, ya lo habrán imaginado, había aparecido otro en su vida. Yo me negaba a aceptar esa idea, me rebelaba, pero ella hacía de mí lo que quería cuando me tenía en sus manos. Así tuve que resignarme y pasar de ser su preferido a ser uno de tantos. Y ahora, después de que le he dado casi toda mi vida, yazgo extenuado en este lecho blanco, esperando que alguna vez venga y, aunque ahora esté solo y abandonado, yo sé que ella ha derramado muchas lágrimas por mí. Esta es la pura verdad de mis relaciones con Roxy, que cuento ante el umbral de lo infinito... Dije que me llamaba Alexis, pero no les dí mi nombre completo; bien, ahí va: "Alexis, "el jabón de las estrellas".